Llanes: un itinerario cinéfilo y sentimental


      
 Hemos crecido con la tele y el cine, por eso no me sorprenden las rutas turísticas por escenarios de rodajes

 

  
     
 

ELENA SARRIÓN FDEZ.-DIESTRO ESCRITORA E INVESTIGADORA Suena la música de fondo, serena y melancólica, mientras los personajes -el abuelo, la nieta y don Pío- se alejan caminando con el paisaje al fondo del mar y del acantilado. Sus voces y el último diálogo marcan el final de la historia que nosotros conocemos, y el principio de otra que nos está vedada como espectadores: nada sabremos ya de sus vidas de ahí en adelante, y la cámara nos lo recuerda haciéndoles salir poco a poco de escena, dejándonos a solas con sus voces, la música y el paisaje a modo de despedida final. Cada uno saldrá después del cine más o menos satisfecho con la película, más o menos emocionado con la historia; habrá quien la olvide al cabo de unas horas o unos días, habrá quien la recuerde y la prefiera a muchas otras, y habrá incluso quien la asocie a un momento concreto de su vida y no olvide nunca el día en que la vio. El caso es que, de una forma u otra, ya seamos cinéfilos o simples espectadores esporádicos, hace tiempo que el cine y la televisión pasaron a ser parte de nuestra vida y en muchas ocasiones de nuestra memoria emocional.

Recuerdo que de niña salíamos corriendo del colegio para llegar a casa y merendar mientras veíamos «Barrio Sésamo», y los fines de semana esperábamos ansiosos que terminaran las noticias para ver los dibujos animados y la película de la tarde, en aquel tiempo lejano en que todo era nuevo y nunca se repetía la programación. Después fuimos creciendo y con nosotros crecieron los canales, la oferta y la demanda de dibujos, películas y series, mientras -son cosas de la vida- se iban perdiendo la inocencia infantil y la casi infinita capacidad de sorprenderse. Y, sin embargo, adictos a las historias, nunca dejamos de buscar nuevas tramas y nuevos héroes o antihéroes que compartan con nosotros sus andanzas, alimenten nuestra sed de aventura, de misterio o romance, y logren conquistar un lugar en nuestro corazón y nuestra vida. Porque se acaba el día, y vuelves del trabajo y muchas veces no te quedan, para qué negarlo, fuerzas ni tiempo para abrir un libro, ni siquiera ése que hace tanto que quieres leer y vive en la mesilla de tu cuarto. Y, sin embargo, esperas impaciente, casi igual que cuando éramos niños, a que empiece la serie, porque es lunes, o martes, o quizás es ya jueves y a pesar del cansancio te apetece saber qué le pasará al protagonista esta semana. O buscas, mando en mano, alguna película (nueva o vieja, no importa) que merezca la pena y te ate al sofá.

Casi igual que cuando éramos niños, porque hemos crecido al mismo tiempo que lo hacían la tele y el cine y sus historias forman parte de la nuestra. Tal vez por eso no me sorprende la iniciativa del Ayuntamiento de Llanes de crear rutas turísticas basadas en los lugares que fueron testigos del rodaje de películas y series, y aprovechar ese reclamo para dar a conocer el concejo, sus pueblos y algunos de sus parajes más hermosos. Porque hace ya tiempo que el cine y la televisión son parte de nuestra historia y nuestra vida cotidiana, serán muchos probablemente los que quieran conocer los lugares donde se rodaron algunas escenas de películas como «El abuelo», «El orfanato», «El portero» o la serie de televisión «La señora», y visitar los sitios donde estuvieron sus protagonistas. Son casi setenta años de cine los que recorre este itinerario geográfico y sentimental que nos propone el Ayuntamiento de Llanes, casi setenta años de historias que nos muestran en imágenes cómo éramos y cuánto hemos cambiado. Sí, el cine es sin duda parte de nuestra historia, pero también partícipe, y tal vez deberíamos preguntarnos, mientras recorremos esa ruta cinéfila y para muchos emocional, hasta qué punto ha cambiado no sólo nuestras vidas, sino también nuestra forma de ver el mundo y de contarlo.

Nos quedamos así, contemplando el acantilado que se recorta sobre la playa y el mar rompiendo en la arena suavemente, testigos mudos ambos, el mar y nosotros, de esa historia que hemos compartido durante algo más de dos horas y que ahora seguirá sin nosotros

Es magnífico ver los resultados en las calles y en artículos como éste, llenos de sensibilidad propia, acerca de una idea que surgió, creció y hoy es una realidad como es el Llanes de Cine.Sencillamente gratificante. Un saludo y a disfrutarlo (Jose Balmori).

 

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